Ser sacerdote (I) - El Inicio

Comienzo una serie de artículos cortos sobre lo grande y bello que ha sido en mi experiencia de vida el ser sacerdote, lo hago con el deseo de animar a quienes aprecian y valoran de algún modo este ministerio, don de Dios, en la Iglesia Católica pero también como una forma pública de agradecer a Dios por ese regalo maravilloso que dió a mi vida al elegirme en el sacerdocio ministerial y poder vivir estos casi 5 años de presbiterado y casi 20 de seguimiento vocacional... !tanto tiempo junto a Él!... "mi Dios y mi todo"... como decía San Juan Eudes, mi maestro espiritual.

Mi vocación sacerdotal, ciertamente, nace en mi Santo Bautismo, allí donde se nos entrega a todos (y todas... porque las mujeres también tienen vocación sacerdotal por su bautismo) la vocación de ser "sacerdotes, profetas y reyes". Aunque estudié mi bachillerato (Liceo Hno. Miguel) y mi carrera con Hnos. Lasallistas (soy Técnico Profesional en Electromecánica del ITC) jamás se me pasó por la cabeza el ser cura, fuí acolito cuando chiquito pero era más por ir a jugar con mis primos (todos estábamos en el grupo de acolitos) que por otra cosa. A La Salle agradezco mi sensibilidad social y religiosa... aunque no es que fuera mucho a misa.... !mi mamá me tenía que obligar de adolescente!...ja,ja,ja... pobrecita!, si le tocó batallar conmigo!.

Fué solo hasta que vi una muchacha bonita en el coro de la Iglesia en una noche aburrida de Domingo, que se me ocurrió ir a misa, que me incorporé a la vida activa de católico a través del Grupo Juvenil de la Parroquia María Reina... por supuesto... quería conocer a la muchacha... aaah, los caminos de que se vale Dios!... allí comenzó un tiempo de fuerte compromiso eclesial (lo gracioso fue que a la muchacha jamás la volví a encontrar) con la catequesis infantil y los jóvenes, terminé hasta involucrado en el trabajo arquidiocesano y nacional de Pastoral Juvenil... y un día el Señor me llamó tan patentemente en un retiro para Animadores de la Pastoral Juvenil que de ahí en adelante ya no pude quedar tranquilo con ese deseo como tan diáfano de parte de Dios... por supuesto yo no quería, toda mi vida había soñado con la mujer amada y mi familia... pero Dios tenía otros caminos y yo le hacía caso....

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