(Un paréntesis en la secuencia - I)

La siguiente nota fue escrita en respuesta a una amiga que estaba impactada por el escándalo causado por la salida del ministerio del P. Alberto Cutié, sacerdote de Miami famoso en los medios de comunicación. Ahí les dejo para su reflexión... la publico porque tembién tiene que ver mucho con la forma en que he discernido la experiencia de mi salida del ministerio clerical:

Hola amiga!

Noto un dejo de pesimismo en el email que me preocupa... no por los malos curas la Verdad deja de ser verdadera, la Iglesia deja de ser la fuente fiable de ella y los curas dejan de ser canal de la gracia de Dios... más aún, los curas a pesar de ser lo que son y hacer lo malo que a veces hacemos, son SIEMPRE canal de la gracia sacramental de Dios (ya lo verás más en profundidad cuando estudies teología... me alegra mucho esa noticia!).... da tristeza conocer lo que uno conoce cuando se adentra en la realidad de pecado que hay en la Iglesia, pero eso no debe acallar el grito de júbilo que brota naturalmente del corazón cuando se observa la radiante gracia de Cristo resucitado que habita en ella, y que también todos los días acontece como salvación y liberación concreta para la persona, las comunidades y el mundo. La Iglesia es realidad humana y divina al mismo tiempo, pero siempre lo divino actúa para conducirla y reconducirla por la senda de Dios.

Dios Padre está llevando adelante su plan salvífico de plenificación del mundo y la historia, irreversiblemente e irremisiblemente Él teje su trama finamente hasta llevarnos a todos a la Plenitud en Cristo; no permitas que lo oscuro de la Iglesia nuble la visión de la luz radiante de Cristo en ella y en la historia.... este es un esfuerzo que siempre hay que hacer concientemente para también hacer toma de conciencia del Bien que pervive, del Espíritu divino que actúa en nuestra comunidad creyente... ojo con dejarse agarrar del pesimismo!

En cuanto al celibato, ciertamente lo ideal sería que lo dejaran a uno seguir ejerciendo el ministerio aparte del celibato, pero este no es el problema central (la historia de la Iglesia y los afanes actuales de la Iglesia Católica ortodoxa que acepta sacerdotes casados así lo demuestran); el problema real es la conversión de los sacerdotes a Cristo y al ministerio eclesial conferido: cuándo se está completamente referido a Cristo la pregunta por el celibato ni siquiera importa pues es la entrega generosa en el ministerio, el vivir referido a los demás, el que diluye esta pregunta y embriaga de Amor para no referirse a otro amor... esto fue lo que viví con uds. en Honduras y lo que añoré aquí en Colombia al tomar la decisión de retirarme. Vivía la amargura de haberle fallado al Amor y a su vez la dulzura de amar con entrega total del corazón y el corazón de un sacerdote ciertamente, como en todo ser humano, está hecho para amar sólo en totalidad y en cada instante de su vida... cuando ese tipo de amor se pierde se busca y se encuentra, cuando por fin se descubre "la perla valiosa" que lo vale todo entonces cualquier otra cosa de valor se relativiza y "se vende", se deja para poder comprar el tesoro valioso que se encontró.

La salida de un sacerdote del ministerio eclesial es una realidad compleja en la que interactúan muchas cosas más que la simple regla del celibato:

- Por un lado está el aspecto teológico del plan divino de salvación que se realiza en medio de la dialéctica entre pecado y gracia, en la cual se conjuga la conversión del sacerdote, la tentación que ensombrece su misión y vocación y la gracia de Cristo resucitado que acompaña al ser humano en esta decisión por lo divino;
- Por otro lado está la humanidad del sacerdote que llamada y exigida desde dentro a amar toma la decisión por un amor u otro;
- Y por último, está la realidad vocacional de una persona, que llamada desde su humanidad pero también en atención a la voz divina que escucha, sabe que su misión histórica le trasciende y le supera en su propio deseo y sin embargo actúa a la manera del Éxodo y el pueblo de Israel: o toma el camino que Dios le ha perfilado en medio de sus desiertos o decide seguir su intuición humana que le llama a amar concretamente a una mujer...

Lo ideal sería que el ser humano tomara siempre la decisión por lo divino - sólo allí está su plenitud/salvación/liberación - pero la realidad no es tan plana, la vida se vive en medio de la complejidad en donde se entretejen las decisiones que provienen de la interacción entre voluntad divina, voluntad humana y contexto vital (sitz-im-lebem) - esto es lo que nos evidencian las narraciones bíblicas y a lo que identifico con el término "Éxodo"- y es en esta trama que se inscribe la continuidad de un sacerdote en su ministerio o el cambio de rumbo de su vida hacia otra "Tierra Prometida".

Estoy de acuerdo contigo en que la decisión por la salida del ministerio y " admitir su amor, dándole a la mujer que ama su lugar" es un momento fuerte de sinceridad y honestidad consigo mismo, con Dios, con la Iglesia y con la comunidad creyente que ama y respeta... no estoy tan seguro que uno de los sentimientos base sea la valentía. Creo que es mas bien un arrojo - que también forma parte de la historia de salvación del sacerdote - que está movido por otros sentimientos base: el amor mismo que sensiblemente se experimenta, la decepción de sí mismo frente a un compromiso celibatario prometido y querido pero no cumplido; la certeza y confianza en un Dios Providente que acompaña las decisiones humanas aun cuando no sean afines a su Voluntad, el profundo celo por el bien de su pueblo y de la iglesia, el deseo natural de autorrealización, en fin, cada caso es cada caso y mientras la salida no sea movida por una decepción con la Iglesia o sus ministros (generalmente movida por la amargura) creo que son muchas las posibilidades de sentimientos que se conjugan en el tomar la decisión de renunciar al ministerio clerical...

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